jueves, 26 de julio de 2012

VAYA CON LA VALLA!!!

El proyecto del Espacio Educativo La Oropéndola implica mucho más que la elaboración de una rutina pedagógica para estimular el aprendizaje de nuestros niños.




Enfrentarnos al reto de tener que acondicionar un espacio, que cumpla con las mínimas normas de habitabilidad y seguridad para que estos pequeños seres se sientan libres, sin peligro, ha supuesto crear; para ello, hemos utilizando como punto de partida nuestra imaginación, tanto colectiva como individual, y hemos tenido que buscar soluciones a carencias antes de comenzar la verdadera andadura educativa.

Prototipo inicial
Entre otras tareas que hemos emprendido, la creación de una valla para rodear el espacio físico, e impedir que los pequeños rueden o se destrepen por el talud de 6 metros de desnivel, que existe  entre las tablas agrícolas donde se asienta la casa de la escuela, ha sido una de las actividades que ha implicado la reunión de padres madres y pequeños.






Estuvimos pensando y pensando cómo hacerlo, con valla metálica o de otro tipo, de diversas formas y diseños; pero al final, nos decantamos por construirla nosotros mismos con cañas recogidas en las acequias y azarbes de nuestra zona huertana. Hemos trabajado elaborando un prototipo (véase la foto) creado para la ocasión, y que mediante un sistema modular permitía trabajar cada parte y luego ir ensamblándolas en el lugar definitivo.



Al fin y al cabo, nuestra verdadera y genuina idea para poner un límite al espacio y señalar que hay una zona de cierto peligro al otro lado, fue hacer una valla “viva”, es decir, sembrar  un seto con plantas autóctonas como lentiscos (Pistacia lentiscus) y “salaos” (Atriplex spp.); pero, al ser las plantas  todavía pequeñas y no cumplir su función, debimos reforzar el límite con una valla, que además servía de protección a los pequeños plantones.


Desde el principio, labores de autoconstrucción como ésta son las que nos han ido cohesionando como grupo, unido cada vez más en conseguir cada objetivo que se proponía, y creando a la vez lugares y momentos para el debate de otros temas, mientras la manos se ocupaban en tejer las cañas que formarían cada parte de la valla.










Lo que parecía, en un principio, una actividad un tanto desprovista de organización, se fue convirtiendo desde la primera reunión, en una maquinaria precisa en la que cada persona se encargaba de una parte: cortar a medida las traviesas horizontales y verticales, cortar el alambre para ir tejiendo cada parte de la valla, unir todo, ensamblando los cortes para terminar. 

Dándole vidilla a los alicates!!  ..... menos mal que ya había sombra
En cada reunión cañera, una de las personas tenía el saber de cómo se cortaban las cañas, a qué medida, cual era el tamaño de los vanos entre cañas …… Y así, cualquier persona que estuviese cerca y quisiese participar era bienvenida. 




La época de la construcción fue el pleno verano, por lo que además de trabajar, había que tomarse un respiro de vez en cuando; muy a menudo, las herramientas no duraban mucho solas y otras manos, las cogían para seguir con la trama …




............... y esta trama de la valla de cañas significaba mucho más, ya que también era como tejer un poco más en la fina malla invisible de afectos, de ilusiones, de deseos y emociones que tarde tras tarde nos fue uniendo como equipo, dándonos fuerza, como las verdaderas urdimbres.






























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