“Pensar y actuar por uno mismo es
el núcleo de la cultura europea, y eso exige enfrentarse al poder”
“…… Así como se enseña a obedecer,
también hay que hacerlo a llevar la contraria. Decir no por propio
convencimiento no es una virtud con la que nacemos, sino, después de millones
de años en que no se diferenciaba la opinión del individuo de la del grupo, un
logro tardío de nuestra cultura. Inculcar a los niños que no se replica a los
padres, a los maestros, a las personas mayores es lo propio de la sociedad
estamental premoderna; en nuestra cultura moderna europea, al contrario, no
solo hay que responder a todas las preguntas sin frenar la curiosidad infantil,
sino formarlos de tal forma que la capacidad de disentir crezca con los años.
Educar consiste en formar personas preguntonas y respondonas, libres del temor
autoritario de que para no tener líos, más vale callar.
Nos decimos europeos, pero en
educación, en otros campos sí, todavía no nos hemos instalado en la modernidad.
Nuestro sistema educativo sigue basado en que los educandos acepten todo lo que
diga el maestro, sin derecho a replicar y, por tanto, sin el menor interés en
preguntar. Siempre me ha admirado la paciencia con que en la escuela, los
institutos y las universidades los alumnos aguantan el monólogo del profesor,
insulso o brillante, qué más da. Aprender a obedecer sin preguntar configura el
meollo de una sociedad estamental en la que domina la nobleza latifundista, al
amparo de una Iglesia también latifundista.
La crisis ha puesto en evidencia
lo que muchos llevamos repitiendo durante decenios, que mientras no cambie de raíz
la educación, pasando de la obediencia pasiva que obliga a aprender lo que nos echen
a una que se base en preguntar por aquello que de verdad importe al alumno,
nuestro desarrollo cultural, social y económico seguirá levantado sobre pies de
barro. A estas alturas no vale ya sacarse pretextos para ocultar el hecho de
que nuestro sistema educativo es el principal responsable de la cifra inaudita
de paro juvenil.
Junto con la democracia, la España
nacional destruyó en 1936 la Institución Libre de Enseñanza, la única
asociación que desde el liberalismo decimonónico había surgido para modernizar
la educación, con el objetivo de integrarnos culturalmente en Europa. En 1982
volvimos a perder tal vez la última oportunidad de un cambio educativo en
dirección a Europa…….
…… Con la crisis, los españoles
empezamos a ser conscientes de que los que nos separa de Europa es, en primer
lugar, un desfase cultural. Claro que por doquier quedan restos de la cultura
premoderna tradicional, pero en España son demasiado y sumamente importantes.
En la educación es dónde el desfase es más visible, tanto más escandaloso según
se ascienda de la enseñanza primaria a la universitaria.
Muchos son los que desde hace
tiempo han caído en la cuenta de que el problema central de España es la
educación, pero también en que es el más difícil de abordar por las muchas
implicaciones, familiares, sociales, ideológicas y políticas, que conlleva. Me
temo que seguiremos con la noria legislativa, dictando normas y más normas,
siempre provisionales, sin enfrentarnos al verdadero problema de por fin
educar a decir no.”
Ignacio Sotelo. El País. Martes 12 de febrero.
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