El proyecto del Espacio Educativo La Oropéndola implica mucho más que la elaboración de una rutina pedagógica para estimular el aprendizaje de nuestros niños.
Enfrentarnos al reto de tener que acondicionar un espacio, que cumpla con las mínimas normas de habitabilidad y seguridad para que estos
pequeños seres se sientan libres, sin peligro, ha supuesto crear; para ello, hemos utilizando como
punto de partida nuestra imaginación, tanto colectiva como individual, y hemos tenido que buscar soluciones a carencias antes de
comenzar la verdadera andadura educativa.
Prototipo inicial |
Entre otras tareas que hemos emprendido, la creación
de una valla para rodear el espacio físico, e impedir que los pequeños rueden o
se destrepen por el talud de 6 metros de desnivel, que existe entre las tablas agrícolas donde se
asienta la casa de la escuela, ha sido una de las actividades que ha implicado
la reunión de padres madres y pequeños.
Al fin y al cabo, nuestra verdadera y genuina
idea para poner un límite al espacio y señalar que hay una zona de cierto
peligro al otro lado, fue hacer una valla “viva”, es decir, sembrar un seto con plantas autóctonas como lentiscos
(Pistacia lentiscus) y “salaos” (Atriplex spp.); pero, al ser las plantas todavía pequeñas y no cumplir su función, debimos reforzar el límite con
una valla, que además servía de protección a los pequeños plantones.
Desde el principio, labores de autoconstrucción
como ésta son las que nos han ido cohesionando como grupo, unido cada vez más en
conseguir cada objetivo que se proponía, y creando a la vez lugares y momentos
para el debate de otros temas, mientras la manos se ocupaban en tejer las cañas
que formarían cada parte de la valla.
Lo que parecía, en un principio, una actividad un
tanto desprovista de organización, se fue convirtiendo desde la primera
reunión, en una maquinaria precisa en la que cada persona se encargaba de una
parte: cortar a medida las traviesas horizontales y verticales, cortar el
alambre para ir tejiendo cada parte de la valla, unir todo, ensamblando los
cortes para terminar.
Dándole vidilla a los alicates!! ..... menos mal que ya había sombra |
En cada reunión cañera, una de las personas tenía el
saber de cómo se cortaban las cañas, a qué medida, cual era el tamaño de los
vanos entre cañas …… Y así, cualquier persona que estuviese cerca y quisiese
participar era bienvenida.
La época de la construcción fue el pleno verano, por
lo que además de trabajar, había que tomarse un respiro de vez en cuando; muy a
menudo, las herramientas no duraban mucho solas y otras manos, las cogían para
seguir con la trama …
............... y esta trama de la valla de cañas significaba mucho más, ya que también era como tejer un poco más en la fina malla invisible de
afectos, de ilusiones, de deseos y emociones que tarde tras tarde nos fue
uniendo como equipo, dándonos fuerza, como las verdaderas urdimbres.